El Centro Agrícola del Desierto de Altura CEADA es un proyecto de Minera Zaldívar y la Universidad de Chile, que impulsa la investigación de cultivos con potencial bioenergético al interior de la operación. Esto en una superficie de aproximadamente 4 hectáreas en condiciones de altura (3.000 msnm), climas complejos, suelos salinos y recurso hídrico limitado, donde aparentemente, no debiera crecer ningún tipo de vegetación.


Pareciera que sólo en ciertas épocas del año flores y arbustos brotan en pleno Desierto de Atacama, pero aunque este desierto es considerado el más árido del mundo, nos sorprende con fenómenos como el desierto florido y la existencia de flora y fauna endémica de la zona, que habitan y sobreviven en condiciones extremas, maravillando no tan sólo a  quienes viven en las regiones áridas de Chile, sino también a quienes viajan a conocer el desierto de Atacama.

Más sorprendente aún es saber que en plena pampa de la segunda Región de Antofagasta, 170  kilómetros al este de la capital regional y a 3.200 metros de altura, en pleno corazón de la faena de Minera Zaldívar, un ejército de 5.000 plantas afianzan sus raíces, tallos y hojas, luchan diariamente por sobrevivir en el terrenos hostiles, con el único fin de entregar su propia riqueza -tal como los mineros con el mineral- presente en sus capacidades genéticas. Se trata de un incalculable aporte a la investigación de especies con alto potencial bioenergético y contribución además en la disminución de la huella de carbono.

Son cuatro hectáreas con plantas de diferentes especies, a pesar de que no nacieron en la faena bajo condiciones agroclimáticas extremas. Desde 2010 hasta la fecha, Minera Zaldívar junto a la Universidad de Chile han estado trabajando en un proyecto ambiental que permita generar conocimiento útil y empírico para la producción de biocombustibles en el Desierto de Atacama.

La iniciativa tuvo su primer gran hito el año 2012, cuando se creó al interior de las instalaciones de Zaldívar, la primera estación experimental de cultivos agroenergéticos en zonas extremas del país, denominada Centro Agrícola del Desierto de Altura (CEADA). El proyecto es liderado por el académico de la Universidad de Chile Manuel Paneque y la superintendencia de Medio Ambiente de Zaldívar, operada por el grupo Antofagasta Minerals.

La iniciativa busca desarrollar información transferible en materia de diversificación productiva; desarrollo de tecnologías innovadoras de desarrollo energético y la generación de conocimiento científico para impulsar el uso de materias primas hacia la producción de biocombustibles de segunda generación.

 

Plantas a toda prueba

La iniciativa radica en el estudio de cultivos con potencial bioenergético que sobrevivan en condiciones hostiles, como suelos con altas concentraciones de diversos minerales existentes en forma natural con alta conductividad eléctrica -características propias del suelo desértico- lo que hace compleja la existencia de flora. Además de factores climáticos extremos, pasando por el intenso calor y radiación solar durante el día y un inclemente frío durante la noche, estrés hídrico  y en algunos periodos inviernos severos con caída de nieve. Características propias existentes en el Centro Agrícola del Desierto en Altura.

De esta manera, los científicos estudiaron cuáles plantas se adaptan mejor a estas condiciones climáticas. El ingeniero medioambiental de control y monitoreo de Minera Zaldívar, Carlos Pérez, explica que los experimentos se han realizado con más de 20 especies, entre las que destacan el algarrobo, el pimiento, la jojoba y, en especial el atriplex. “Tenemos tres tipos de ejemplares de  esta especie, ya que presentaron propiedades adaptativas diferentes, enriqueciendo la investigación. El atriplex es la planta que mejor comportamiento ha tenido a las condiciones climáticas”, explica el profesional.

Pérez agrega que cada especie crece y se desarrolla como arbusto y permite que la capacidad de generación de biomasa o biocombustible se enriquezca. “De cada una de las especies en estudio rescatamos su material genético, para luego desarrollar clones de estas mismas especies en los laboratorios de la Universidad de Chile en Santiago. Luego estas especies genéticamente más tolerantes a las condiciones climáticas de la zona las traemos de vuelta a la operación. Las plantas las dejamos en un invernadero para que comiencen a acostumbrarse al clima y luego realizamos la plantación. Somos la única minera que tiene este tipo de innovación en Chile”, sostiene el profesional.

Pellet

Los expertos sostienen que estas plantas son podadas de forma habitual, para luego compactar lo extraído y producir pellet, material orgánico que produce un poder calorífico que puede ser utilizado en diferentes procesos productivos como biocombustible.

“El biodiesel es otra forma de biocombustible que podemos extraer de las especies que investigamos, presente en semillas de jojoba. Es una alternativa al combustible convencional que fácilmente podría ser ocupado en las operaciones mineras o la industria”, añade Carlos Pérez.

Camilo Maturana, profesional de la empresa Agroenergía, encargada de mantener el Centro Agrícola del Desierto en Altura, se encarga de plantar, regar, mantener los equipos y el cuidado de las plantas. “En la estación tenemos aire acondicionado para climatizar en un ambiente adecuado   a las plantas, con el fin de que puedan adaptarse poco a poco. Este trabajo me sorprende porque soy del sur, donde hay verde por todos lados y no imaginaba que lo mismo podía suceder en una faena minera, en plena pampa, a más de tres mil metros de altura. Es increíble cómo la innovación te permite hacer lo imposible”.

Las plantas son regadas con aguas recuperadas desde las plantas de tratamiento de aguas servidas, mediante un sistema no convencional denominado Tohá, basado en la implementación de biofiltros, otra innovación de Minera Zaldívar. Estas plantas de tratamiento se construyeron en 2009, usando la tecnología desarrollada por José Tohá Castellá, connotado médico de la Universidad de Chile, cuya función es recuperar agua y la generación de humus mediante biofiltros y lombrices, evitando la generación de lodos residuales. El humus también se utiliza como sustrato  orgánico para las mismas especies existentes en el centro experimental.

El proyecto ha permitido la publicación de  cuatro libros desde el año 2012 a la fecha, destacando las potencialidades de la biomasa en el desierto y los avances desarrollados en materia de investigación. En estos textos se describe el proyecto que se realiza en Minera Zaldívar, como también, cuáles son las especies que dan resultado para la producción de biomasa, las potenciales áreas de forestación en la macro zona norte, capacidades de compensación de bono de carbono, entre otras. Además, el CEADA y Minera Zaldivar, junto al apoyo de la Seremi de Agricultura y Seremi de Medio Ambiente de la región de Antofagasta, han realizado cuatro seminarios internacionales en la región, potenciando el desarrollo científico e invitando a destacados científicos internacionales expertos en el tema, quienes han explicado su experiencia en producir bioenergía en el mundo.

Manuel Paneque, en su libro “Biomasa en el Desierto de Chile”, sostiene que el Norte Grande cuenta con un gran potencial para el desarrollo de cultivos energéticos. Agrega que se estima que existen entre 0,5 y 1 millones de hectáreas de suelo susceptible de ser puesto en valor mediante estos cultivos, lo que permitiría la ampliación de la frontera agroforestal.

Según la Comisión Nacional de Energía (CNE), en Chile sólo el 2,11% del suministro energético proviene de la biomasa. La matriz energética de Chile muestra que el 73,6% del suministro proviene de los combustibles fósiles no renovables, donde el 96% del petróleo; el 69% del gas natural y el 99,5% del carbón consumido, son importados, “lo que nos deja vulnerables tanto en términos de la oferta como del precio”, precisan desde el CNE.